Llamamiento de la Partida de Diego 2022

Por Silvia Gil, alistada de honor

Turolenses, mujeres y hombres de esta bella ciudad. Hoy habrán de partir, a las cruzadas, valerosos caballeros, a cumplir con el destino, para al futuro llegar. Un mensaje de esperanza comparto pues así se me ha hecho llegar.

Tuve un sueño o quizá realidad fuera. El tiempo no existía y sin un paso dar en 2022 me hallé. Estábamos presentas las mismas personas, tan solo unos siglos más allá, con otras ropas ataviadas, pero con la misma pasión y fuerza. Nuestra villa no era frontera de culturas, sino que formaba parte de un país, precioso, por cierto, llamado España. Las mujeres ejercemos y nos dedicamos a todas las profesiones sin tener que esconder nuestra cabellera, nuestra figura. Somos libres para elegir, aunque, al parecer, no hace tanto que esto es así, y he de admitir que no todo está alcanzado y quedan metas por conseguir.
Decían que durante más de cien años se había dado por hecho que un esqueleto vikingo del siglo X (“el guerrero de Birka”) era varón, a pesar de que la pelvis, según la ciencia, era aparentemente de mujer, solo porque estaba enterrado junto a un juego completo de armas y caballos sacrificados.

Solo en 2017, tras realizar la prueba de ADN, se admitió que se trataba de una mujer. ¿Y por qué?, me preguntarán, ¿por qué ni a la ciencia dejaban hablar? Son los estereotipos, responderé, que hasta a las personas videntes impiden ver, y solo mediante una profunda toma de conciencia derribaremos, mujeres y hombres, todos juntos, todos a la vez.
 Cuentan otros ejemplos de mujeres que, haciéndose pasar por hombres, la mayoría de las veces, han sido consideradas “grandes y valerosos guerreros”. Esas mujeres han tenido que pasar por el proceso de invisibilizarse para, de forma paradójica, poder visibilizar su valentía y valía. Tal es el caso del “padre de la caballería” en Estados Unidos, Casimir Pulaski (nacido en 1745), cuyas hazañas en la Guerra de Independencia de este país son idealizadas y festejadas. La sorpresa fue que, tras la exhumación del cadáver y las correspondientes pruebas de ADN, los científicos confirmaron que no es un hombre sino una mujer.
¿Habrá entre nuestros caballeros, caballeras? ¿Mujeres que por hombres se hagan pasar para su sueño, de valeroso caballero ser, poder realizar?

Entre el sueño y la vigilia, a reflexionar pasé. La naturaleza, turolenses, sabia ha de ser y perdurar es su voluntad necesariamente. ¿Osaría encargarle entonces a quien señalan como más débil la labor de dar vida, de continuar, de permanecer? Sin duda, si hay alguien fuerte es la mujer, que da a luz, que hasta para dar vida a morir llega, que a su prole protege y a nadie abandona aunque de su sangre no sea.

Vi la guerra. Sí, en 2022 hay guerra. Las mujeres huían con hijas e hijos, madres y padres, y en otros lugares allende los mares, en otros idiomas, enfrentándose al hambre, a la incertidumbre de una vida nueva, lejos de la barbarie, de las bombas, y de sus esposos, a quienes atrás dejan para proteger la vida, para continuar con la supervivencia. Otras, uniformadas y armadas, allá se quedan. Ucrania el país invadido se llama y un hombre de apellido Putin quien este sinsentido ordena. Las mujeres son y serán la esperanza.

Hoy, en 1212, la orden del Temple, mediante sus caballeros, vela por la seguridad de quienes, por razón de su cristiandad, peregrinan a Jerusalén. Velan así por la seguridad de nuestros caminos, de las personas, vigilan.

Además, como es más que conocido, se han conformado como símbolos de Teruel el toro, negro zaíno, y una estrella, de ocho puntas, que va ganando terreno en las torres que nuestra ciudad rodean, verdes, enarbolando la esperanza, quizá atentas a la mujer que espera.

En ese paso, entre tiempo, en ese estar aquí en Teruel pero allí en 2022 pude ver, como un símbolo de conexión con quienes habitamos en Teruel, a mujeres y hombres que velaban por la seguridad: guardias civiles se llaman. Como nuestra estrella, de verde visten, un sombrero negro, como nuestro toro, les distingue, del siglo XIX viene, dicen, tricornio lo llaman, es completamente liso, mostrando, del primero al último, de la primera a la última, su valor, amor a la ciudadanía y compromiso. Sus mandos, estrellas de ocho puntas portan, como si un guiño me hicieran, como si ese vínculo desde hoy, en 1212, ya existiera.

¿Y si el tiempo no existe? ¿Y si ayer y hoy lo mismo fuera? Recorramos el camino, que a la libertad lleva. Venga mujeres, unámonos a esta historia, apoyemos a Isabel, quizá el amor venza.

Hombres, no hay mayor felicidad que saberse acompañado en libertad, por amor, por el tiempo que ambos quieran, sin sumisión, sin necesidad, sabiendo que nos acompañamos porque queremos. Busquen y luchen por la igualdad, la de la libre elección, la de verdad.

Venga vayamos juntos a la lucha, a la lucha por la igualdad.

Para finalizar, mi agradecimiento a quienes han hecho posible que yo, en esta tierra extranjera, como hija adoptiva, bien acogida, me sienta. Pongo nombre, sin pretender invisibilizar, solo concretar en una persona, en una mujer, todas aquellas que este alistamiento han hecho posible: gracias, gracias, gracias Raquel.

Silvia Gil