Por Ángel Solaz


INTRODUCCIÓN AL PREGÓN




Queridos turolenses, gentes de aquí y también todos los que de otros reinos a acompañarnos venís.

Hoy me convierto en heraldo de la más bella historia de amor. Una historia en la que el amor gana la batalla y de la que su poder trasciende los siglos para seguir emocionando al mundo entero.

Mi encuentro con Los Amantes debía de estar predestinado pues, al fin y al cabo, soy nacido en Albarracín, y de todos es sabido el peso que este Señorío tiene en la historia que nos ocupa. Teruel y Albarracín, tan próximas y tan vinculadas. Alianzas, pactos, viajes y heredades. Tierra de reconquista, caballeros de Santiago, Tenentes del Rey y, finalmente… parientes de Isabel, de Isabel de Segura.

Es verdad que la joven no casó por amor. Pero no menos cierto que sería su esposo, Pedro Fernández de Azagra, quien pidiera que fuera enterrada junto al desdichado Marcilla.

Pero eso es el final de la historia, así que volvamos al caso.

Mi vocación sacerdotal se fraguó desde la niñez, en Albarracín, para continuar el grueso de mi vida, ya ordenado Sacerdote, en la ciudad del toro y la estrella. Ha sido aquí donde he visto cambiar a Teruel, he vivido sus logros y he contribuido en la medida de mis fuerzas en todo aquello que tenía que ver son su patrimonio y con sus gentes.

Creo que fue de niño cuando leí algún libro que llevaba un dibujo en el que aparecían los dos esqueletos, o cuando en la Iglesia Capitular de San Pedro vi a los Amantes.

Aún parece que tengo en mi cerebro la estampa que me produjeron al abrir la puerta del armario que con mucho respeto guardaban. Sin embargo no recuerdo bien qué me explicaron de su historia.

Sí guardé y conservo en mi mente sus nombres: Isabel y Diego. ¡Claro! era mi juventud y no tenía los conocimientos que la vida me ha proporcionado. Pero fue una impresión que guardé de ese encuentro y seguiré guardando. En el Museo del Colegio de P.P. Escolapios de Albarracín había aprendido de pequeño lo que era un esqueleto y por eso no me asusté.

Más adelante, en visita al cementerio de San Pedro junto a D. Ángel Novella, la encargada, Candi, nos mostró las cajas mortuorias en las que fueron depositados los llamados “Amantes de Teruel” Juan Diego e Isabel y de las que pasaron al famoso armario.

Cuando me hice cargo de las llaves de la Catedral empecé a conocer la ciudad, sus necesidades y valores, empezando a trabajar por ellas y sus gentes.

Guardo un buen recuerdo de la ayuda que pude prestar a los emigrantes turolenses por el mundo; pero lo que me llenó y llenará toda mi vida es lo que pude hacer por los gitanos de Teruel. Con ayuda de algunos más, pudimos enseñarles a leer, dar cultura y sobre todo, dignidad.

También viví varias de las mejoras en Teruel: la descompuesta Fuente de Pierres Vedel fue llevada a la plaza de la Catedral para saciar la sed de los visitantes; Se hicieron estudios sobre su Torre mudéjar y su Artesonado de pares y nudillo. Como curiosidad, en él se encontró una escena que podría representar a los propios Amantes. Ningún investigador lo ha cuestionado hasta ahora.

Asistí también a la constitución de la Polifónica Turolense y de la Banda de Música, ambas promovidas por la Tertulia Mudéjar. Esta tertulia, fundada en 1960, agrupó a intelectuales y gentes de la ciudad que durante años pusieron en valor el patrimonio Turolense. El grupo tuvo que ver también con la creación del CIT, presidido durante tiempo por D. Pedro Mohedano y artífice de una interesante celebración para los matrimonios, coincidiendo con San Valentín, que todavía hoy se celebra.

Pero volvamos un poquito para atrás.

Desde las últimas expresiones literarias y artísticas del S. XIX, los Amantes de Teruel habían quedado sumidos en una especie de letargo, tan solo alimentados por los relatos orales de padres a hijos que mantenían su memoria.

Así que fui testigo de excepción de un despertar que sacudió las élites intelectuales en la década de los 70 en nuestra ciudad, fundamentalmente entre el 74 y 78. Esta corriente amantista tuvo precursor a J. Caruana quien, en los años 50 había sacado a la luz el protocolo de Yagüe de Salas.

Esta importante acta incluía el conocido como “papel de letra antigua” que tanto ha dado que hablar.

En el último cuarto del siglo XX, y al hilo de este documento, se suceden una serie de acciones, publicaciones y estudios críticos sobre los Amantes. Me vi rodeado por una gran actividad provocada por trabajos de investigación generados por amantistas de primer orden como C. Luis de la Vega, Carlos Hernández, J. Luis Sotoca, Gregorio A. Gómez y Conrado Guardiola entre otros.

Ellos fijarían los perfiles históricos y bibliográficos del relato original turolense con una extraordinaria precisión, aportando datos, estudios filológicos y referencias ignoradas o poco conocidas hasta el momento.

Lo más interesante es que este debate no quedó solo en manos de los bibliógrafos, sino que algunos medios se implicaron para su difusión. El Instituto de Estudios Turolenses dio soporte editorial a algunos trabajos de investigación que todavía hoy son de primera referencia, y algunas emisoras locales se hicieron eco transmitiendo a la sociedad parte de lo que estaba ocurriendo.

En este sentido destaca la labor de Mariano Esteban, quien desde la dirección del Diario de Teruel propició con gran generosidad la publicación y también la polémica sobre los estudios en curso durante aquellos años. Corrieron ríos de tinta a favor de la historicidad de los amantes y también en contra.

Los ciudadanos de a pie opinaban y llegaba a aportar datos a través de las cartas al director; se consiguió un nivel de conocimiento y divulgación de fuentes que nunca antes había existido.

Así pues yo, que estuve en medio de todo esto… que pude conocer, contrastar datos, valorar argumentos y opiniones… estoy en condiciones de afirmar:

  • Que la historia de los Amantes de Teruel es verídica y real. Que existieron, y que lo que ocurrió fue tan impactante que después de 800 años seguimos hablando de ello.
  • Que me siento, junto a algunos más, representante de la generación que mantuvo viva la llama de los Amantes…
  • Que fui testigo también, un febrero de hace ya 19 años de como empezaba la nueva época de los Amantes de Teruel, la de “Las Bodas de Isabel”, y que colaboré en sus inicios todo lo que pude.
  • Que ayudé todo lo que pude en los inicios de esta nueva manifestación amantista, para que la representación tuviera la dignidad necesaria, ante la carencia de medios de los primeros años. Pude, por ejemplo, transcribir textos y protocolos en latín y conseguir parte del atrezo para el funeral de Diego.
Porque aquel día en que Diego de Marcilla moría a la sombre de la torre de mi querida Catedral, Vivian de nuevo Los Amantes de Teruel.

Me permitiréis terminar haciendo público un soneto que me ha mandado un amigo, Arturo Corral, al enterarse que haría yo el Pregón:

 
Isabel, dame un beso, que me muero.

Y mi deber de joven casada

Herido por el amor el Caballero

Quien al llegar la fría madrugada

Cruza la plaza, sube la escalera

para rezar una oración postrera.

Pero sí puedo dar mi vida entera

No puedo Diego, soy mujer casada

Impide conceder lo que más quiero.

desfallece en presencia de su amada

hacia San Pedro va con pie ligero.

y penetra en el tempo, sin aliento

No puedo darte un beso, bien lo siento

Pues no puedo vivir sin ti un momento.



¡Que vivan por siempre nuestros Amantes!
¡Vivan las Bodas de Isabel!
¡Viva Teruel!

Ángel Solaz (Sacerdote)
Santa Águeda
Febrero 2015-02-06

 INTRODUCCIÓN AL PREGÓN



La elección del pregonero de esta edición de las Bodas de Isabel, tiene un significado muy especial.

Después de un ciclo donde ilustres personajes del ámbito nacional e internacional han pregonado nuestras “Bodas” por el mundo entero, regresamos a casa.

Volvemos la mirada a nuestras gentes. A las personas de este Teruel a veces intrépido, a veces conservador; de este lugar de rarezas, de victorias y de fracasos, donde su gente puede pasar (por ejemplo) de no celebrar el Carnaval, a vestirse de época en número de miles para dar vida, nada más y nada menos, que a una historia de Amor.

Entrado ya el siglo XXI, y con la explosión multitudinaria de una celebración que trasciende fronteras y reivindica un patrimonio universal, con nuestros Amantes de Teruel como punta de lanza en un devenir europeo, fijamos la mirada a una generación que mantuvo viva la llama de nuestros enamorados en la década de los 70-80.

Se trata de aquellos que trabajaron con ahínco por nuestro patrimonio en el último cuarto del S. XX; que investigaron, debatieron, publicaron y divulgaron haciendo que nuestros Amantes de Teruel fueran conquistando un lugar honorable.

Desgraciadamente, muchos ya no están entre nosotros.

Pero nada más lejano a la muerte que la memoria, el cariño, la gratitud. Y es aquí, donde desplegamos nuestra consideración y afecto por quienes nos abandonaros, porque siguen en nuestros corazones y su huella perdurará mientras los turolenses sigan legitimando el Mito.

Hemos elegido por tanto, la figura de D. Ángel Solaz, quien nos sigue con interés desde hace años, como símbolo de esa generación. A la vez, su condición de Sacerdote, nos ayuda a completar el ciclo de pregoneros de las tres grandes religiones que convivieron en el S. XIII. Hemos tenido pregoneros musulmán y judío, así que cerramos el círculo con un sacerdote católico.

Pero sobre todo, queremos concentrar en él nuestro más sincero reconocimiento y gratitud a aquellos hombres y mujeres que le acompañaron, y que nos han legado como testigo tanto que hicieron en su época: la investigación, documentación, las fuentes, la ilusión y la fe.

Sin ese legado, las Bodas de Isabel no habrían sido posibles.

Gracias, gracias y gracias.

Fundación Bodas de Isabel