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Mujeres y hombres de Teruel, gentes
que llegáis de todos los puntos del Reino y aun de
más lejos, en nombre de la Villa os doy la
bienvenida a las Bodas de Isabel de Segura, para
vivir de cerca la mayor historia de amor que jamás
haya sido contada.
Y muchos de vosotros os preguntaréis
¿quién es esta extranjera que nos habla, si parece
una persona normal y corriente, o como decimos en mi
tierra “an ordinary person”?. Es cierto, soy una
más, solo una más, pero no es verdad que sea
extranjera. Quienes me conocen pueden pensar ¿Qué
hace una chica de América en Teruel? Y es que en
esta ciudad ocurren cosas tan mágicas que es difícil
explicarlo.
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Allá por el año 2000, cuando todos
éramos trece años más jóvenes, yo trabajaba
en lo que parecía el lugar más excitante del
mundo. Sí, había ido a Los Ángeles
persiguiendo mis sueños… Pero lo cierto es
que, al llegar la noche, observaba que mis
días no tenían demasiado sentido. |
Un día, volando hacia Nueva York, me
entretuve leyendo una de esas revistas que se
encuentran en el bolsillo del asiento. Así fue como
me topé con un artículo que hablaba sobre una
localidad de España. Teruel, yo no sabía ni que
existía. Describía que sus gentes conmemoraban cada
año la trágica historia de dos desdichados
enamorados.
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Si algo tiene una chica de
Hollywood es instinto para las buenas historias. Así
que busqué toda información sobre ello: en
librerías, en bibliotecas, en Internet… pero no
logré descubrir mucho más, excepto que se trataba de
una tradición oral y escrita que había pasado de
generación en generación. Alguien me dijo que había
servido de inspiración a Bocaccio y, a través del
Decamerón, al mismísimo Shakespeare para crear
“Romeo y Julieta”. Podía ser un rumor, pero… ¿ocho
siglos de rumor? Era lo suficientemente fuerte como
para que quedara enganchada a la historia de los
Amantes de Teruel.
En ese tiempo perdí a uno de los seres que más he
amado, mi madre, y atravesé un momento muy difícil.
Un buen amigo puso en mis manos un libro Man’s
Search for Meaning (El Hombre en busca de Sentido),
de Viktor Frankl. Todavía hoy resuenan en mi sus
palabras: “La salvación del hombre es a través del
amor, y en el amor”. |
Frankl sostenía que la vida continúa
teniendo sentido incluso en las situaciones de
sufrimiento más inhumano o incluso ante la muerte.
Como fue su caso en el campo de concentración al que
sobrevivió con la única idea de que alguien le
estaba esperando… Siempre existe un cómo, si existe
un por qué, decía.
Y yo digo hoy: “Mientras existan dos
personas que se aman, mientras exista un Diego, o
una Isabel, siempre que haya alguien esperando,
valdrá la pena el cómo o el hasta cuándo…”.
Al final conseguí contactar con la
directora de la Fundación, con Raquel Esteban. Y en
uno de mis viajes a Europa, decidí hacer escala en
España para acercarme a conocer esta localidad y su
gran historia. He de contaros que ahora recuerdo
divertida lo que entonces fue toda una aventura:
aterricé en Barcelona, tomé un tren a Zaragoza, otro
más hasta Teruel y llegué de noche a una estación en
la que no había taxis. Pero el jefe de estación tuvo
la gentileza de acercarme hasta mi hotel, que estaba
a la vuelta de la esquina. Allí conocí a Raquel y,
en ese instante, estoy segura, sentí que el rumbo de
mi vida cambiaba. Algo grande tiraba de mí hacia
Teruel, algo más fuerte que yo misma.
La primera vez que pude disfrutar de Las Bodas fue
en 2004, casi sin equipaje, pero con todo mi equipo
fotográfico. Para quien ha vivido en Nueva York o
Los Ángeles, resultaba fascinante caminar de haima
en haima, disfrutar con una gente que me recibía con
los brazos abiertos, como si la familia de Las Bodas
me hubiera esperado durante siglos. Me sumergí, me
hermané con los actores y directores, recorrí ese
mercado aspirando su olor a queso, a jamón, a
brasas… disfruté de la música y de las
representaciones. No tenía la sensación de acabar de
bajar de un avión, porque en realidad, acababa de
realizar un viaje en el tiempo, hasta el siglo XIII.
Fue inolvidable, porque no es que unos
actores hicieran teatro y las gentes se disfrazaran.
No. Todo Teruel, en su totalidad, revivía durante
tres días una historia que no puede contarse, sino
que debe ser vivida.
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He tenido la gran suerte de vivirlo
directamente. No solo en los días grandes, también
en los duros días previos. Por eso quiero recordar a
quienes ponen toda su dedicación y su empeño, a los
que estáis detrás y delante del escenario, valorar
las muchas horas robadas a la vida familiar en esos
largos ensayos al abrigo de las temperaturas
turolenses. Me conmueve tanto vuestra ilusión,
vuestra pasión y fuerza… también he sido testigo,
aunque eso no se ve en las fotografías, de vuestros
nervios, emociones y sufrimientos de quienes formáis
la gran familia de Las Bodas. Todo ello no puede
captarlo una foto, pero he de confesaros lo difícil
que resulta enfocar con la cámara cuando tus ojos
están empañados en lágrimas.
Cuando la Fundación me comunicó que
este año quería a alguien de “casa”, para pregonar
la Fiesta, comprendí el verdadero significado de
“casa”, lo que nosotros traducimos por “home”,
“hogar”. Y así me siento. Ahora, por fin en casa,
rodeada de mi hogar, como una más en esta gran
familia.
Bien, me he dejado llevar por la
emoción y no he terminado la historia que comencé.
Fue en el 2007, de nuevo en Teruel, cuando me
emparejaron con un traductor, eso es lo que me
dijeron, que él hablaba inglés y me acompañaría…
También era fotógrafo, y así pasamos juntos cuatro
días, fotografiando cada momento. Nos hicimos
amigos, compartíamos la afición por la fotografía,
por los viajes, la familia… y… éramos tan
románticos… que estábamos hechos a medida.
Por ironías del destino, su nombre es
Diego, y hoy es mi marido.
También tiene gracia que yo naciera un
4 de Julio, día de Santa Isabel, de modo que si
hubiera nacido en Aragón, podrían haberme puesto ese
nombre, y la historia sería perfecta.
Bien, solo quiero deciros que esta
fiesta, esta tradición… me ha puesto en bandeja lo
que siempre busqué: amor verdadero, un fuego, una
casa, personas a las que amar. Soy muy afortunada.
Me gustaría leeros para terminar un poema que mi
Diego me dedicó hace un tiempo,
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Pacific by Diego Hernández
Estopiñán
I leaped over an ocean I hardly
knew to an unknown continent.
I traveled listening to the
distant music and watching the tarmac of
our first highway, always parallel to
the breeze of your fingers among my
fingers, watching your lost certainty
out of the corner of my eye.
I crossed a few bridges that both
keep us apart, and yet, bound us to each
other.
I listened to the quiet surge of
your smile that always brought me to a
standstill.
Barefoot, I walked on the sands
and the pebbles, as well as mountains,
still bewildered by your magical
uncertainty.
Mesmerized by the chant of the
lighthouse, I wanted to crash my vessel
into the cliff, so as never to set sail
again.
Inadvertently, you hugged me into
the peaceful waters of your reality.
Forty-three times, I would travel
around your tiny little planet to gaze
into the reflection of sundown into the
deep blue of you.
Salté un océano que apenas conozco
y un continente desconocido.
Viajé sobre el silencio de la
música lejana y el asfalto de la primera
autopista, paralelo siempre a la brisa
de tus dedos sobre los míos, y a tu alma
de reojo.
Crucé también los puentes que nos
unen y que nos separan.
Escuché el oleaje sereno de tu
sonrisa paralizando mis pasos.
Caminé descalzo sobre las arenas y
las piedras de tu mágica incertidumbre.
Ascendí a la montaña mientras
dormías para verte despertar después del
vino y de la bruma.
Hipnotizado por el canto del faro
quise romper mi barco contra el
acantilado para no partir más, y sin
darme cuenta, ya me habías abrazado y
sumergido en las pacíficas aguas de tu
existencia.
Moví mi silla cuarenta y tres
veces sobre tu pequeño planeta para
contemplar en un día los reflejos del
ocaso sobre el azul intenso de tu
mirada. |




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Quizá fuera el destino
quien me hizo encontrar un artículo sobre Teruel
a siete mil kilómetros de distancia volando en
un avión, pero saltar un océano, comenzar una
nueva vida, marchar a la guerra, esperar cinco
años…estos, son actos de la voluntad que poco
tienen que ver con el destino y que sólo pueden
ser motivados por el amor.
Cada uno de nosotros encontramos
sentido a la vida de muy diferentes maneras.
Unos a través del trabajo, otros de los amigos,
de la familia... Durante cuatro años mi familia
adoptiva aquí en España me ha abrazado y guiado
a través de los muchos retos y dificultades que
implica vivir en un país extranjero. Las gentes
de Teruel me han arropado y me han dado la
oportunidad de sentirme uno más entre ellos,
oportunidad que espero poder devolver con
gratitud algún día, aunque sólo sea a través de
mis imágenes, o de mis artículos de viajes…
Gracias Teruel, Gracias Aragón,
gracias a Las Bodas de Isabel, espero en
justicia poder devolveros tanto amor como me
habéis dado.
Abrazar a quien amáis, amarlo, amaros,
nunca sabemos los retos a los que la vida nos
puede enfrentar, ni cuando llegará nuestro
tiempo. Amaros como única verdad y sentido de la
vida.
¡Que viva el amor! ¡Que vivan por
siempre Isabel y Diego! ¡Vivan los Amantes de
Teruel!!!!
Lori Needleman
http://www.lorineedleman.com/
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