Estimados señores organizadores de esta prestigiosa manifestación social y cultural “las Bodas de Isabel de Segura”
Eminentes invitados
Señores y señoras
Mis primeras palabras quiero que sean de agradecimiento y felicitaciones a los organizadores de este encuentro histórico en Teruel.

Me siento muy orgullosa de participar como pregonera en la recreación Medieval “las Bodas de Isabel de Segura”.


Quiero también expresar mi alegría por compartir con vosotros unos momentos llenos de emoción para la conmemoración de la leyenda: las Bodas de Isabel de Segura en esta ciudad histórica de Teruel. Ciudad que se destaca por su arquitectura mudéjar y por su pasado glorioso siendo la cuna de muchas civilizaciones, sitio ejemplar de la tolerancia y de la comprensión mutua.

Es para mí un gran honor y un inmenso placer estar entre vosotros hoy para participar en el desarrollo de esta prestigiosa manifestación histórica sobre un amor imposible entre Isabel de Segura y Diego de Marcilla.

Estoy particularmente feliz de comprometerme a establecer con vosotros un diálogo de culturas árabe y europea y cuya finalidad es el refuerzo de las condiciones favorables a la comprensión mutua, a la paz y a la cooperación entre los pueblos.

Teruel era la cuna de las tres religiones monoteístas en los siglos XII –XIII, y el lugar ejemplar de la tolerancia y de la comprensión mutua entre los distintos pueblos. Durante siglos, los españoles lograron establecer un sistema de vida en común propio al mundo hispánico y en donde florecieron tres civilizaciones y tres religiones distintas. Cristianos, judíos y musulmanes lograron convivir sin restricciones, obedeciendo al principio del respeto mutuo. En efecto, la confluencia de las principales corrientes teológicas se manifestaron en al-Ándalus en estos siglos durante la época almohade, y una de las cuestiones más debatidas durante el siglo XIII, fue la existencia de opiniones y creencias religiosas diferentes, dentro y fuera del Islam. Cuestión que fue vista, en general, como un problema que debía ser resuelto. Por un lado, se buscó obligar a los musulmanes a acatar la profesión de fe almohade y hubo intentos de conversión forzosa de los judíos, por otro lado fue también en época almohade cuando se desarrolló entre los sufíes una visión abierta del pluralismo religioso tal y como sucedió en el caso del místico Muhyi l-din Ibn Arabí, muerto en Oriente en 638 de la hégira/ 1240 d.c., tras haber abandonado la Península Ibérica muchos años antes. 

   
Todo esto para demostrar que en aquella época había una voluntad de convivencia y de reparto de todas las riquezas intelectuales y religiosas. Reinaba entonces una gran tolerancia hacia el otro y el país beneficiaba de la libertad de culto. Ibn Hud, un místico andalusí decía que tenía la costumbre de invitar a cristianos y judíos a asistir a sus clases y ofrecía la posibilidad de seguir la vía de Moisés, la de Jesús o la de Mahoma, lo cual no quiere decir que Ibn Hud estuviese dispuesto a ofrecer una guía de acuerdo con la religión judía o cristiana, pues Moisés y Jesús son profetas reconocidos en el Islam. Por otro lado, se dice de Ibn Hud que solía hacer la señal de la cruz, que en sus enseñanzas utilizaba obras de Maimónides y que la religión le era indiferente, es decir, aparece como un defensor de una doctrina interconfesional. Otro caso es de al-Harrali, místico que dirigió una carta a las autoridades religiosas de Tarragona, donde varios miembros de su familia vivían en cautividad. En la carta afirmaba la unidad de la raza humana, diciendo que, si las gentes fuesen más conscientes de su afinidad mental y física, no derramarían la sangre unos de otros, y añadía que en la religión de Abraham había una base común para musulmanes y cristianos. La doctrina en la que se apoyaba era nuevamente la de la wahdat al-wuyud, según la cual las religiones históricas no son más que manifestaciones de una misma verdad.
 

 
En el siglo XI, Ibn Hazm, en su análisis del amor El Collar de la Paloma había desarrollado una teoría sobre el amor espiritualizado y hace referencia a las cualidades propias de algunos amantes, a la fidelidad y a la separación. La disposición de las estrofas y la temática del amor son elementos que aparecen en la Edad Media a ambos lados del Pirineo. En la Edad Media el zaŷal árabe hispánico se había extendido tan rápidamente por la Europa occidental como por el Oriente árabe. En España árabe estuvo en boga tanto en la poesía cortesana como en la popular. Con la reconquista de los reinos musulmanes, muchos letrados fueron obligados a la expatriación y se establecieron en Oriente o en el norte de África. Los soberanos hafsíes de Túnez acogieron en su corte a varios letrados hispanomusulmanes. Ibn al-Abbar tras la caída de Valencia en 1238 se estableció en Túnez. En el siglo XIII, el polígrafo Ibn Sa ̀īd, originario de la ciudad de Granada, salió de al-Ándalus y se estableció en Túnez también. Es inútil enumerar el elevado número de poetas y letrados que se instalaron en el norte de África y que dejan traslucir en su poesía y escritos emociones personales cuando estando en Túnez, expresan la nostalgia que les inspira la España musulmana, su lejana patria.

La relación entre Túnez y el reino de Aragón data de principios del siglo XIII durante el reinado de Jaime I “don Jaume en Conqueridor” y en Túnez Abu Zakariya, el Sultán hafsida que había sido gobernador de Sevilla. Don Jaime era, acaso, el más eminente rey cristiano del Mediterráneo. Abu-Zakariya, era la mayor figura del Islam de Occidente y reunía en torno suyo una brillante corte de diplomáticos, literatos y artistas, algunos de ellos venidos de Andalucía con su rey. Ambos habían de enfrentarse, pero también habían de entenderse y en ese entrecruzamiento de combates y amistades los dos reinos crearon una red de intereses, convivencias, diálogos, que duraría siglos.

Con la reconquista de Granada en 1492, se decretó la expulsión de todos los judíos de la Península Ibérica y a partir de 1499, la Corona empezó a pensar en la conversión de los mudéjares de Granada y en 1526 los de Valencia. La corona empieza a hablar de la pureza de sangre y el tribunal de la Inquisición empieza a perseguir a la minoría morisca. Tras un siglo de intento de conversión, los moriscos quedaron fieles a sus tradiciones y religión y rechazaron la religión cristiana católica impuesta por la fuerza por la Corona. Ante el fracaso de la conversión, Felipe III decretó la expulsión de todos los moriscos de España empezando por los de Valencia, considerados como los más peligrosos. Túnez fue el país que recibió el contingente más numeroso. Ochenta mil moriscos llegaron a Túnez y lograron cambiar todo el panorama cultural y social del país. La acogida de una población muy numerosa y de calidad fue facilitada por el Bey Othman de Túnez, porque creía que la introducción de esta gente iba a mejorar la situación económica del país. En efecto, muchos especialistas en distintos campos llegaron a Túnez y dinamizaron la vida económica del país. Hoy en día los tunecinos de ascendencia morisca son muy orgullosos y obran para conservar las tradiciones españolas en particular durante las festividades.

La deportación de los moriscos a Túnez tuvo gran importancia en el desarrollo del país ya que trajo consigo muchos beneficios especialmente a nivel económico. La artesanía recibió un gran impulso merced a los moriscos quienes introdujeron la fabricación del bonete y renovaron la arquitectura de la capital y la cerámica utilizada. También, introdujeron algunas renovaciones en las técnicas utilizadas en el riego y favorecieron la plantación de árboles frutales y de ciertos cultivos relacionados con la horticultura y la jardinería lo que cambiaría el paisaje agrícola en algunas regiones.

En cuanto al arte culinario, toda la comida tunecina actual tiene su origen en la época morisca. Casi todos los platos datan del siglo XVII. Los moriscos introdujeron los platos agridulces a base de frutas, nueces y almendras. Muchos platos son preparados a base de harina, sémola y de carne. Hoy en día en Túnez capital, preparan, “basabán, (mazapán), “cunfit” (confite), “menteque” (manteca), “limún”, (limón), “kullares” (collares de longaniza de cordero), la “oja”, la (olla) y las empanadas (banadj).

Todavía hoy, físicamente, el tunecino de ascendencia andaluza se distingue del indígena por los rasgos de su fisionomía y el color claro y demuestra un cierto orgullo por su origen andaluz. El uso del español y del valenciano ya se ha perdido, pero quedan infinidad de detalles materiales, de costumbres y nombres de familias que recuerdan su origen; como por ejemplo la familia Chebil de Sevilla, Merichcou de Morisco, Kortbi de Córdoba, Gharnati de Granada, Balanzi de Valencia y Saracosti de Zaragoza, Zbiss (Llopis), Zafrán (azafrán), Xátiva de Játiva, Tage (Tajo), Taruel (Teruel) y tantos más.

En algunas regiones fundadas por los moriscos, las fachadas de ladrillo de sus casas recuerdan al mudéjar aragonés, y los remates cónicos de los minaretes las torres de Toledo y Burgos. En Testour, una de las peculiaridades más curiosas de sus casas consiste en que hay puertas adornadas con clavos que forman dibujos cruciformes. Esos mismos dibujos figuran en algunas casas de la Medina de Túnez para diferenciar al cristiano nuevo de los indígenas del país.

Para concluir notamos a partir de esta representación histórica que España tiene una riqueza particular gracias al pluralismo cultural y religioso que permaneció durante años en esta península. Allí las civilizaciones y las culturas en el siglo XIII, no se habían enfrentado, han cooperado y se han enriquecido y este mestizaje entre ambas culturas ha sido fructífero y muy enriquecedor para los países de acogida, Túnez en particular.

Sin más os deseo a todos unos momentos llenos de alegría y que este encuentro sea muy fructuoso para permitirnos de reanudar con el pasado glorioso de España donde convivieron tres religiones y tres civilizaciones.

Raja Bahri Yassine

  La doctora Raja Bhari está especializada en el tema de los Moriscos; habla árabe, inglés, francés y español. Tiene una gran experiencia en investigación, traducción; experta en temas relacionados con la Corona de Aragón y con el propio Teruel.

  Reside en Túnez. Está casada y tiene dos hijos. Es Profesora de Civilización, en el Departamento de Lenguas de la Facultad de Letras, Artes y Humanidades de la Manouba.