Si de buen aragonés es ser bien agradecido, buen aragonés quiero ser y comenzar manifestando que haber sido elegido pregonero de las ‘Bodas de Isabel de Segura’, ‘Pregonero del amor’, me hace sentirme muy feliz, tremendamente honrado y eternamente agradecido.

  Lo importante de un pregón, más que el propio pregón o el pregonero, es lo que se pregona, y yo, en esta grata labor, quiero pregonar el amor, aun a pesar de que en estos tiempos el discurso amoroso se halle un tanto desacreditado.

  La mayoría de las canciones de amor suelen remitir a la desdicha, a la tristeza, pero yo, en mi caminar por las sendas de este mundo, siempre pretendo que mis canciones sean melodías de amor pleno, posible y esperanzado.

  Pero para exaltar al amor nada mejor que acercarnos a Teruel e introducirnos en la mágica e inigualable fiesta de ‘Las Bodas de Isabel de Segura’.

 

 Teruel, que clama desde hace años contra el olvido, es una tierra dura en la que las rejas del tiempo la han surcado de leyendas y tradiciones.

  La maravillosa historia de Isabel y Diego, es un surco profundo de amor que ha hecho que Teruel sea una ciudad ligada permanentemente a tan hermoso sentimiento. Un surco que ha hecho de Teruel la ciudad del amor.

  Isabel y Diego forjaron una bella historia de amor, transmitida de generación en generación durante más de ocho siglos, una historia que ha atravesado las fronteras y los límites del tiempo.

  ¿Pero por qué esta turbadora historia de amor imposible, con la muerte de los amantes como única perspectiva de futuro nos seduce, nos fascina y nos conmueve?

  Quizás sea porque muchos de nosotros la hemos vivido de una forma u otra en alguna ocasión.

  Todos hemos sentido el dolor de la renuncia, el dolor del amor imposible, las ganas de no querer vivir nos acercan, nos aproximan a la muerte, al desenlace fatal que tuvieron los Amantes de Teruel.

  ¿Quién en algún momento no ha sido Diego o Isabel?

  Plenitud y muerte son las caras de la moneda que el amor lanza al aire.

  Este fin de semana, Diego e Isabel vuelven a cobrar vida al rememorarse su maravillosa historia de amor y Teruel, durante tres días, nos transportará a la Edad Media.

  Este fin de semana, Teruel vuelve a los más profundo del ser humano: al amor

El amor es lo que todos más buscamos en la vida.
El amor nos hace ver el mundo de otra forma.
El amor encierra todos los sentimientos.
El amor es la música del alma y la poesía de los sentidos.
El amor es una magia, es íntimo, es inmaterial, es algo… inexplicable.

  Nadie sabe de alguien que haya podido encontrar la frase precisa para definirlo. Lo que sí sabemos es que estar enamorado, amar al amor, es una de las sensaciones más hermosas que el ser humano pueda experimentar.

¡Que maravilloso es saber que eres la sonrisa de sus labios!
¡Que maravilloso es reposar en la calma tierna de sus brazos!

  ¿El amor es locura? Hay que responder categóricamente que es una deseable y magnífica locura. Siempre hemos oído que el primer suspiro de amor es el último de la cordura, que el amor y la razón nunca viajan juntos o como dijo Calderón de la Barca: “Cuando el amor no es locura, no es amor”

  Desde niño he escuchado muchas veces, de mis mayores, vecinos y amigos, el famoso pareado: “Los Amantes de Teruel, tonta ella y tonto el”, una frase utilizada, casi siempre, de forma peyorativa para describir a las personas “locamente” enamoradas o aturdidas por el amor.

  Y en confianza, confieso que debo ser tonto, porque nunca entendí la frase, nunca la compartí. Vosotros, amigos y amigas, ser Isabel o Diego y sonreír cuando os llamen tontos, ¡es pura envidia!

¡Que siempre exista un Diego, que siempre exista una Isabel!

  Mi abuelo decía que los pregones debían se cortos y las fiestas largas, y yo, que amé y respeté aquellas canas, le voy a hacer caso.

Turolenses, visitantes, amigos todos, pido y deseo

A los que no hayáis encontrado el amor:
¡Que lo sigáis buscando!¡Que le tengáis siempre la puerta abierta!

A los más afortunados, amantes y enamorados:
¡Cuidadlo, mimadlo! ¡Que no enferme, que no se pierda!

A todos, amigos y amigas:
¡Que ningún beso se quede esperando!
¡Que las noches de fuego nunca dejen ceniza!
¡Que ningún abrazo sea candado!
¡Que nunca haya amores imposibles!
¡Que gane el amor siempre!

Y para ti, mi querido Teruel:
¡Que tus casas, calles y plazas se llenen de pensamientos de amor y que la locura se encuentre en cada una de tus esquinas!
¡Que tus casas, calles y plazas se llenen de tontas y tontos, de locos y locas, de Isabeles y Diegos!

 

Amigos, Amigas… ¡Hasta Siempre!

David Civera - 2008